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jueves, 21 de marzo de 2024

De comer insectos. O de la Globalización repugnante

Diego Fusaro, Posmodernia

Desde hace algún tiempo, la UE presiona para que los europeos acepten de buena gana en su dieta larvas e insectos, gusanos y moscas: el plato único gastronómicamente correcto, variante del pensamiento único políticamente correcto. Se trata de un momento decisivo en la deconstrucción de las identidades europeas, partiendo de la mesa.

Cabe afirmar que el gesto entomofágico no sólo no forma parte de las tradiciones a la mesa de los pueblos europeos, sino que históricamente ha sido casi siempre objeto social de repugnancia. Las razones deben ser identificadas en la esfera de lo simbólico. A decir verdad, desde un punto de vista puramente material, no existen motivos que impidan comer insectos, larvas o grillos. En un sentido “técnico”, son perfectamente “comestibles”.

En términos de propiedades nutricionales, por ejemplo, la carne de insecto, muy rica en micronutrientes (proteínas, vitaminas, minerales y aminoácidos), equivale a las de las carnes rojas y las aves. Y, como nos recuerda Harris en Good to Eat (Ed. esp. Bueno para comer, 2011), cien gramos de termitas africanas contienen 610 calorías, 38 gramos de proteína y 46 gramos de grasa. A mayor abundamiento, Franz Bodenheimer, en su estudio Insects as Human Food (1950), documentó la existencia de “insectívoros” humanos en los principales continentes.

lunes, 4 de marzo de 2024

El kantismo como una amenaza

Maxim Medovarov, Geopolitika

La tristemente célebre historia del discurso profundamente filosófico del gobernador de Kaliningrado, Antón Alijánov, sobre la toxicidad de Kant, ya que es uno de los pilares del Occidente global y de la histeria rusofóbica actual tiene dos elementos importantes a tener en cuenta. Primero, esta el componente financiero y egoísta en donde se puede ver como algunos liberales occidentalistas, que aún no se han escapado, siguen viendo el tercer centenario de Kant, que se celebrará en abril de este año, como un negocio y temen que el gobernador Alijánov les niegue unas cuantas ganancias al cancelarlo. El programa planeado para el centenario de Kant fue establecido por la zoóloga Julia Sineoka (la cual huyó a Paris y es considerada por el Ministerio de Justicia de la Federación de Rusia como un agente extranjero) antes del inicio de la Operación Militar Especial. No tiene sentido que las autoridades gubernamentales cancelen la celebración del tercer centenario de Kant, pero sí es necesario que cambien la programación y excluyan de la misma a los agentes extranjeros y rusofobos invitados a la misma. El segundo punto tiene que ver con un componente ideológico que podemos encontrar en los filósofos clásicos rusos que han escrito cientos de veces, y que nosotros hemos repetido hasta el hartazgo, que identifican a Kant con el apogeo del satanismo anticristiano de la Modernidad occidental. Por lo tanto, el kantismo es incompatible con los fundamentos mismos de la civilización rusa. Soloviev, Ern, Florenski y Losev lo sabían y estas tesis han sido retomadas por Alijánov. Para corroborar esto solo se necesita retomar los argumentos de los mismos kantianos que en el último número de Novaya Gazeta (un nido de agentes extranjeros y rusofobos de todos los colores), prohibida en Rusia y que ahora es publicada en Europa, escriben que Kant es uno de los pilares de la Modernidad (literalmente es el titulo de uno de los artículos de la revista), ya que su filosofía niega por completo las civilizaciones, las culturas y los sistemas de valores particulares, incluyendo los rusos. Estos argumentos no son esgrimidos por los patriotas y tradicionalistas rusos, sino por los liberales antirrusos que escriben que Kant es precisamente su guía. Esa es su tesis. Los filósofos ortodoxos rusos, entre ellos el sacerdote Pavel Florenski, lo llamaron como uno de los “baluartes del mal en contra de Dios”. La línea de crítica de Pavel Florenski y de su amigo Vladimir Ern, según la cual Occidente ha seguido el camino que los llevó de “Kant a Krupp”, ha sido continuada brillantemente por Anton Alijánov. Puede que Ern haya simplificado la polémica, pero en esencia él tiene razón: los kantianos alemanes apoyaron en masa la guerra contra Rusia y algunos de ellos incluso fueron al frente. Tal anécdota refuerza la interpretación del gobernador de Kaliningrado al decir que los rusos son objetivos militares para los kantianos.

domingo, 4 de febrero de 2024

1968 y 1989: las dos fechas fundamentales del Turbocapitalismo

Diego Fusaro, Posmodernia

El capitalismo supera dialécticamente las reivindicaciones antagonistas del proletariado (lucha de clases, espíritu de escisión, organizaciones partidistas, pasión revolucionaria); y lo hace anestesiando su conciencia en un sentido consumista, pero también «economicizando» el conflicto (desde los años setenta, el proletariado lucha por conseguir salarios más altos y no por superar el modo de producción, metabolizando así la ideología del capital como horizonte ineluctable). Simultáneamente, el capitalismo supera la “conciencia infeliz” burguesa. De hecho, ésta también representa, no menos que el antagonismo reivindicativo y potencialmente revolucionario del proletariado, una contradicción en el seno del capitalismo; y esto sobre todo si se considera que la burguesía: a) presenta su propia vocación universalista que puede llevarla -como en el caso de Marx- a contestar el mundo histórico capitalista en el que aún es clase dominante; y b) dispone de una esfera valorial y ética no mercadizable y, por tanto, en última instancia incompatible con los procesos de omnimercadización propios del capitalismo absoluto.

La burguesía es, en consecuencia, incompatible con el capitalismo absoluto, así como este último es, por su esencia, irreconciliable con la clase burguesa tanto en el plano inmaterial (conciencia infeliz) como en el plano material (propiedades de las clases medias). En realidad, el turbocapital presupone la inconsciencia feliz de los consumidores resilientes, posburgueses y posproletarios, y la destrucción de las bases materiales de la existencia misma de la clase media burguesa por obra del auri sacra fames de la finanza cosmopolita y sus cínicos gerifaltes. La burguesía y el proletariado, en su conflictualidad dialéctica, se habían desarrollado en el marco de la eticidad en sentido hegeliano, vale decir en el espacio real y simbólico de las «raíces» sólidas y solidarias de la vida comunitaria, ligadas a la familia y la escuela, al sindicato y al Estado nacional soberano.

jueves, 1 de febrero de 2024

El hombre inútil y el arca de la oligarquía


Roberto Pecchioli, ariannaeditrice.it

La más tonta de las mentiras difundidas por el sistema es que sus oponentes son conspiradores, paranoicos que inventan intrigas y conspiraciones, convencidos por debilidad mental de que la mano invisible de un espectro planetario está detrás de cada acontecimiento. No es que escaseen esos sujetos, pero lo cierto es que no hay conspiración ni maquinación. Las acciones, los objetivos, los instrumentos, los agentes del poder están a la vista de todos. Parecen un juego de la Settimana Enigmistica, la página en blanco con puntos que corresponde al lector unir para componer el cuadro. Nuestros "superiores" nos lo cuentan todo: a nosotros nos corresponde unir los hechos y las palabras.

Ya en la década de 1950, en los albores de la revolución tecnológica, Gunther Anders escribió que el hombre estaba anticuado. Su inteligencia ya no estaba a la altura de las innovaciones tecnológicas, de los descubrimientos frente a los que se revelaba la insuficiencia del homo ya no tan sapiens. Anders denominó al creciente abismo entre el hombre y la máquina la "brecha prometeica". Décadas más tarde, el designio de trascender al hombre hasta sustituirlo por el aparato artificial es evidente. Los robots, la nanotecnología, el auge de la Inteligencia Artificial, el hombre cibernético hibridizado con la máquina, son realidades. Difícil, para muchos, comprender el significado de una reconfiguración tan gigantesca, el mayor y definitivo reseteo.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

La continua oposición de la filosofía japonesa a la globalización

Troy Southgate, Grupo Minerva

Hay quienes utilizan los esfuerzos de la Escuela de Kioto para facilitar un intercambio intelectual entre Oriente y Occidente como una excusa conveniente para promover el llamado multiculturalismo. Sin embargo, aunque la actitud más abierta de Japón hacia Occidente desde finales del siglo XIX en adelante llevó a muchos de sus principales pensadores a explorar la filosofía y la metafísica de Kant, Schelling, Hegel, Nietzsche, Heidegger y otros con cierta profundidad, la Escuela de Kioto fue una reacción a la invasión del mundo moderno y, por lo tanto, permanece firmemente en desacuerdo con los perniciosos valores del mundialismo. Como explica el filósofo de tercera generación del movimiento, Ueda Shizuteru:
“Hay que decir que la sombría realidad global de hoy es la formación de un mundo unico que hace sin sentido las diferencias entre Oriente y Occidente, y que por lo tanto invalida la empresa histórica de Nishida y Nishitani por igual. Una hiper-sistematización del mundo está trayendo consigo un rápido y poderoso proceso de homogeneización, superficial pero profundo, que a su vez está generando fricciones e incluso confrontaciones entre los grupos étnicos y sus culturas; la destrucción acelerada de la naturaleza; las irregularidades y desórdenes fisiológicos humanos, así como la profundización de fisuras psicológicas internas; la propagación de un sentimiento de vacío; y un interminable frenesí loco de actividad vacua. A pesar de los esfuerzos por lograr un mundo lleno de diversidad que todavía está unificado por medio del contacto entre diferentes tradiciones, no parece tal. Los esfuerzos de hoy son capaces de despejar el camino para un movimiento contracultural mundial que se opondría a la contemporánea híper-sistematización del mundo y su homogeneización concomitante”.

lunes, 11 de mayo de 2020

¿Qué ocurre con Agamben ?


Jorge Alemán, Página 12

En primer lugar es ofensivo afirmar tranquilamente que desde Antígona no se habían "abandonado en nombre de un riesgo a los seres queridos". No necesito nombrar aquí los distintos genocidios que sumergieron al ser humano en esa tragedia, solamente señalaré que Agamben es sumamente ambiguo cuando se trata de esclarecer lo que él llama el "riesgo".

En su imputación culpabilizante donde los familiares no se despiden de su ser querido ya fallecido, no se trata solamente del riesgo de cada uno, lo que está en juego es la responsabilidad con la salud de la comunidad. Pero luego, Agamben no solo se escandaliza con los "cobardes" que no se acercan al muerto, ¿también la Iglesia es esta vez tratada como "sierva de la ciencia"? Como si la iglesia, la ciencia, los familiares afectados estuvieran todos dominados por un dispositivo técnico que separa la biología corpórea de su existencia cultural. ¿Acaso estamos siempre unificados?

domingo, 10 de mayo de 2020

La epidemia del filósofo


Marco D’Eramo, La Vorágine

"No habrá recuperación. Habrá disturbios sociales. Habrá violencia. Habrá consecuencias socioeconómicas: un desempleo dramático. Los ciudadanos sufrirán drásticamente: algunos morirán, otros se sentirán muy mal”. Éste no es un escatólogo hablando, sino Jacob Wallenberg, vástago de una de las dinastías más poderosas del capitalismo global, que prevé una contracción económica mundial del 30% y un altísimo desempleo como resultado del “cierre general” del coronavirus. Si bien los filósofos temen que nuestros gobernantes estén explotando la epidemia para imponer una disciplina biopolítica, la clase dominante en sí misma parece tener la preocupación opuesta: “Tengo pánico de las consecuencias para la sociedad… Tenemos que sopesar los riesgos de que el medicamento afecte drásticamente al paciente”. El magnate sueco se hace eco del pronóstico de Trump de que la terapia matará al paciente. Si bien los filósofos ven las medidas contra el contagio (toques de queda, fronteras cerradas, restricciones a las reuniones públicas) como un mecanismo de control siniestro, los gobernantes temen que los bloqueos les hagan perder su control.

Al evaluar el impacto de Covid-19, los filósofos en cuestión han citado las páginas extraordinarias sobre la plaga de Disciplina y castigo, donde Foucault describe las nuevas formas de vigilancia y regulación ocasionadas por el brote a fines del siglo XVII. Quien ha tomado la posición más clara sobre la pandemia es Giorgio Agamben, en una serie de artículos combativos que comienzan con ‘La invención de una epidemia‘, publicado por el 26 de febrero de 2020. En este artículo, Agamben describe las medidas de emergencia implementadas en Italia para detener la propagación del virus como “frenéticas, irracionales y completamente infundadas”. “El miedo a la epidemia da rienda suelta al pánico”, escribía, “y en nombre de la seguridad aceptamos medidas que restringen severamente la libertad, justificando el estado de excepción”. Para Agamben, la respuesta del coronavirus demuestra una “tendencia a usar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno”. “Es casi como si, con el terrorismo agotado como origen de medidas excepcionales, la invención de una epidemia ofreciera el pretexto ideal para defenderlos más allá de cualquier limitación”. Agamben reafirmó estas ideas en otros dos textos que aparecieron en el sitio web de la editorial italiana Quodlibet a mediados de marzo.

viernes, 6 de marzo de 2020

Cómo puede esquivar su muerte la Filosofía

Es difícil desprenderse de la sensación de fatiga e irrelevancia que envuelve en ocasiones la labor filosófica. A día de hoy, a muchos se les antojará imposible que la Filosofía siga el ritmo de las Ciencias Naturales y aporte algo valioso al universo del conocimiento humano, donde solo mediante la especialización parece factible obtener logros reales, avances robustos en la senda del saber


Carlos Alberto Blanco, The Conversation

En su libro El gran diseño, escrito junto a Leonard Mlodinov, Stephen Hawking sentenciaba: “La Filosofía está muerta”. ¿Es cierto? ¿Tenía razón el eminente físico británico? ¿Cabe decir que la Filosofía ha sido completamente superada por el desarrollo de las ciencias empíricas, cuyos incuestionables progresos le habrían arrebatado el monopolio de la reflexión sobre las cuestiones más profundas del pensamiento humano?

De ser así, ¿en qué condiciones podríamos esperar un renacimiento futuro de la Filosofía, si es que la defunción de esta disciplina no ha de considerarse un fenómeno irreversible, sin visos de resurrección venidera?

Es difícil desprenderse de la sensación de fatiga e irrelevancia que envuelve en ocasiones la labor filosófica. A día de hoy, a muchos se les antojará imposible que la Filosofía siga el ritmo de las Ciencias Naturales y aporte algo valioso al universo del conocimiento humano, donde solo mediante la especialización parece factible obtener logros reales, avances robustos en la senda del saber.

lunes, 9 de enero de 2017

A los 91 años muere el filósofo polaco Zygmunt Bauman


El profesor y filósofo polaco Zygmunt Bauman, creador del concepto de 'modernidad líquida', ha fallecido este lunes a la edad de 91 años en la localidad británica de Leeds, según ha informado el diario Gazeta Wyborcza.

De nacionalidad británica, se trasladó a la URSS con su familia a comienzos de la II Guerra Mundial. Terminado el conflicto, regresó a Polonia y ejerció la docencia en la Universidad de Varsovia, hasta que en 1968 se exilió de nuevo por razones políticas.

Durante unos años vivió en Israel y fue profesor en la Universidad de Tel Aviv hasta 1970. Ha impartido clases en universidades de Estados Unidos, Australia y Canadá y es profesor emérito de Sociología de la Universidad de Leeds (Reino Unido).

Su análisis de los vínculos entre la modernidad, el nazismo y el comunismo posmoderno le han otorgado un gran reconocimiento internacional. Ha contribuido al desarrollo de las ciencias sociales mediante la creación de conceptos como la 'teoría de la modernidad líquida', que define los tiempos actuales como una era de cambio y movimiento constante, en la que el hombre está huérfano de referencias consistentes y los conceptos son más inestables que nunca.

martes, 23 de febrero de 2016

Umberto Eco

José Blanco, La Jornada

Cimbra la noticia de la muerte de un pensador de la altura de Umberto Eco. Fue una inteligencia bruñida al límite. Entiendo que hoy hay un antes y un después de Eco, en la semiótica. Un cultura abrumadora, con una mirada capaz de ver la modernidad y el medievo en conjunto y profundidad. De ahí resultaba uno de los mayores pesimismos sobre el futuro y sobre las capacidades humanas para crear más humanidad. Un neurótico incurable a quien el cretinismo –que veía extenderse como un tsunami sobre el planeta–, lo mantenía fastidiado en línea continua. Un filósofo, antes que ninguna de sus artes y su vastísima cultura. Un escritor que puso en sus ensayos o en sus novelas el entero baúl de sus saberes. Hizo saber a sus muchos lectores que la filosofía exige poner distancia respecto al mundo cotidiano, pero, como Habermas, su actividad filosófica no estaba reñida con el rudo jaloneo cotidiano con esa realidad inmediata, no fáctica –según el propio Eco–, sino mediática, porque ese jaloneo se desarrolla a partir de la información que llega diariamente de la prensa, la televisión, la redes sociales. Si en algún lugar se lió en lucha libre con esa realidad vista en los medios, ahí aporto sugerencias mil, pero sobre todo espíritu crítico, talante del que siempre andaba sobrado el profesor de Bolonia.

domingo, 21 de febrero de 2016

Umberto Eco y los signos de su tiempo

Álvaro Cuadra, Alainet

Ciertos nombres se vuelven una referencia obligada en nuestras vidas, tal es el caso de Umberto Eco (1932-2016). Para quienes hayan hecho sus estudios superiores en el ámbito del arte, la filosofía y, muy especialmente, en semiótica y lingüística, este nombre ha estado siempre presente sea como libro o artículo. Se trataba, en principio, de un notable académico italiano que dominó la escena durante los años ochenta y noventa del siglo XX. Pero, como suele ocurrir con los grandes, nos sorprendió también como novelista y best seller con El nombre de la rosa.

Recordar a Umberto Eco es traer a la memoria una retahíla de títulos, lúcidos textos académicos, a los que debemos parte de nuestra propia formación. Entre los más notables, destaquemos La estructura ausente, Obra Abierta, Apocalípticos e Integrados, Signo y su monumental Tratado de Semiótica General. Para Eco, la noción de “cultura” era indisociable de aquellas de “signo” y “comunicación”, de suerte que la “semiótica” no podría ser sino una “teoría general de la cultura”.

Umberto Eco nos enseñó a pensar y analizar el presente, su pensamiento supo conjugar la más fina sensibilidad estética con el más exigente rigor analítico. Y no obstante, se trata de una reflexión radical, mas no altisonante. En este sentido, no basta con leer sus escritos académicos, ellos nos invitan más bien a detenernos en una demorada reflexión que nos va entregando sutiles iridiscencias sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos.

En El nombre de la rosa, Eco cede a la tentación del género novelesco. Se trata de una ficción culta que instala una trama de investigación policial en una fría abadía durante la Edad Media. En este lúgubre paisaje se esconde un libro prohibido, un perdido escrito aristotélico que trataría sobre la comedia, el humor y la risa. En esta novela, Umberto Eco vuelca todo su conocimiento sobre la estética del medioevo y toda su pasión literaria.

Como todos los grandes maestros –académico, escritor, filósofo del arte-, Umberto Eco nos deja un precioso legado, una forma otra de trascendencia reservada a los intelectuales, sus signos, su escritura. Eco nos ha mostrado que una reflexión, inspirada, como en los niños, en la más genuina curiosidad, pero con el rigor y la serenidad de la madurez, logra alcanzar las más insondables profundidades del pensamiento. No podría haber un mejor aporte de un pensador a su época y al mundo que le ha tocado vivir.

sábado, 20 de febrero de 2016

Umberto Eco sobre Harry Potter

Se supone que las aventuras de Harry Potter son una versión moderna del Grial, un mito ilustre de la tradición occidental que legitimaría por sí solo su lectura y, por eso, no debería preocupar a nadie. Umberto Eco dedicó este artículo a los adultos, por lo tanto, a los padres. Fue publicado en La Jornada en 2002

Dos años atrás escribí acerca de Harry Potter, cuando ya habían aparecido las primeras tres historias y el mundo anglosajón se había empalagado por la discusión de si era o no educativo narrar esas historias de magia a los muchachos, pues podría llevarlos a tomar en serio muchos desvaríos ocultistas. Ahora que gracias al cine el fenómeno Harry Potter se volvió global, me topé por casualidad con un Porta a Porta (un programa de la televisión italiana), donde por un lado aparecía el mago Otelma, muy contento por esa propaganda a favor de señores como él (entre otras cosas, se presentaba vestido de manera tan "magosa" que ni Ed Wood se hubiera atrevido a hacerlo aparecer en uno de sus filmes de horror), y por otro, un insigne exorcista como el padre Amorth (nomen omen), según el cual las historias de Harry Potter transmiten ideas diabólicas.

Para entendernos, mientras que la mayoría de las otras personas sensatas presentes en la transmisión consideraba que magia blanca y magia negra eran patrañas (aun si hay que tomar en serio a quienes creen en ella), el padre exorcista tomaba en serio cualquier forma de magia (blanca, negra y quizá también en forma de bolitas), como obra del Maligno.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Zygmunt Bauman y la crisis de una modernidad "líquida"



El filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman ha instalado el concepto de modernidad líquida para diferenciarla de la modernidad sólida en la cual existían marcos de referencia frente a los hechos. De acuerdo a Bauman, en la condición actual del mundo todo punto de referencia se ha desvanecido o "licuado" producto de la exacerbada acción individual. Esto mismo ha configurado un mundo inseguro y pleno de vacíos, donde lo momentáneo y lo transitorio dan curso a la fugacidad de la vida actual donde gobiernan los hechos impredecibles.

En este paso de la modernidad "sólida" a la "líquida", se ha creado un escenario sin precedentes para la práctica de la vida individual, por lo que las formas sociales se han diluido y no sirven como marco de referencia para las acciones humanas. Los individuos empalman una serie interminable de proyectos de corto plazo que no tienen una secuencia significativa y estas vidas fragmentadas requieren que las personas estén constantemente preparadas y dispuestas a cambiar de táctica, abandonar compromisos y lealtades sin arrepentimiento y buscar oportunidades en función de su disponibilidad actual.

Para Bauman, en la modernidad líquida el individuo debe actuar, planificar acciones y calcular las ganancias y las pérdidas probables en condiciones de incertidumbre endémica, pero siempre en sentido individual. Esto es lo que ha ocurrido con el mundo de las altas finanzas y el síndrome de la codicia de Wall Street, que no es más que una puerta abierta al desastre y al total derrumbe del mérito de la acción colectiva. Como véis, todo lo líquido se desvanece como el agua entre los dedos... Por eso, vale la pena ver esta entrevista a Bauman y seguirla en sus 53 minutos que tienen muy poco de líquido y, afortunadamente, mucho de sólido.

viernes, 13 de agosto de 2010

Las preguntas cruciales: ¿Por qué hay algo y no más bien nada?



Cuelgo este excelente programa de filosofía conducido por José Pablo Feinmann, para el canal Encuentro de la Televisión Argentina. Este programa comenzó el año 2008 y ya va en su tercera temporada, desmintiendo dos tesis fundamentales: que la cultura es aburrida y que los canales educativos no interesan. Filosofía Aquí y Ahora es todo un deleite, un auténtico lujo por el cual desfilan las ideas que han dado sentido a la historia humana. Este primer capítulo arranca con aquella pregunta clave que se hicieron algunos de los grandes filósofos, desde Sócrates a Heidegger: ¿Por qué hay algo y no más bien nada?.

En un momento crucial de la historia y cuando muchos paradigmas se desmoronan, resulta totalmente necesario repensar las preguntas fundamentales de los grandes pensadores que ayudaron a la configuración de nuestro mundo. En cada uno de los trece Encuentros de cada temporada, Feinmann nos ofrece un abanico con los aportes esenciales del pensamiento de Descartes, Kant, Hegel, Marx, Heidegger, Nietzsche o Foucault, entre otros, en forma tan amena como apasionante y cumpliendo uno de los objetivos del proyecto: "Sacar la filosofía a la calle", logrando un valioso acercamiento a un tema que para algunos resulta tan duro y complejo.

Esto último es algo completamente necesario en momentos en que la televisión se ha convertido en una verdadera caja de estupidización humana, que enajena y esclaviza la mente en lo espúreo y lo burdo, apostando al consumismo y al despilfarro general (ya hablaré de la televisión chilena, de la burla histórica de sus teleseries para el Bicentenario, y del vergonzoso despilfarro que tiene a algunos canales en la quiebra). Frente a ese derroche, Feinmann demuestra que la televisión también puede tener una cuota de criterio y sano juicio, y que puede llegar a ser una muestra de sensatez y esperanza en el sentido de lo humano, y en su historia y porvenir. En este link se puede seguir la serie en YouTube, para animarse a sacar de una vez al pensamiento y a la filosofía "a la calle".

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