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martes, 2 de julio de 2019

Hacia la justicia digital


Sally Burch*, Alai

La rapidez de penetración y el alcance ubicuo de las tecnologías digitales en la sociedad no tienen precedentes. Las numerosas y variadas aplicaciones, muchas de gran utilidad o encanto, en pocos años se han tornado casi imprescindibles, a veces incluso adictivas, lo que hace que su uso se generalice, acríticamente.

Ello fue posible en buena parte debido al modelo de negocios que se impuso en internet, hacia inicios de este siglo, basado en la apropiación de datos y su monetización, que motivó enormes inversiones en el sector, con el potencial de ganancias colosales. Si bien contribuyó a masificar el acceso, fue a costa de someter a la población usuaria a una creciente dependencia frente a los grandes monopolios digitales, muchas veces hasta de su vida más íntima. Hoy, la gran mayoría de interacciones que se efectúan con soporte digital pasa por las plataformas controladas por uno u otro de estos monopolios, cuyos nombres ya son palabras de uso diario: Google, Facebook, Amazon...

Aprovechándose de la ausencia de regulaciones y la inacción de cuerpos legislativos y autoridades, estas empresas han podido explotar sin restricción un insumo prácticamente gratuito e ilimitado: los datos que se generan digitalmente. Con ellos, mediante algoritmos (programas que analizan y ordenan), elaboran perfiles de los usuarios que los venden principalmente a anunciantes. Dirigir la publicidad de acuerdo al perfil de cada usuario les da ventaja frente a los medios clásicos, con lo cual han logrado dominar el mercado publicitario. Un reciente estudio estima que en 2018, solo en publicidad en fuentes noticiosas, Google habría facturado US$ 4,7 mil millones, equivalente al 81% del ingreso publicitario de la industria mediática de EEUU en el mismo año.

jueves, 24 de agosto de 2017

La élite empresarial y el ejército afianzan su dominio sobre Washington

Patrick Martin y Joseph Kishore, WSWS

En la mayoría de los casos, las consecuencias de un acontecimiento político develan las cuestiones esenciales detrás de éste. Los conflictos dentro de la clase gobernante provocados por los disturbios nazis en Charlottesville que culminaron en el despido el viernes pasado del estratega en jefe de Trump, Stephen Bannon, fueron uno de estos casos.

Los medios de comunicación corporativos han buscado enmarcar estos eventos en términos puramente raciales, indicando que el despido de Bannon y de otros defensores del “nacionalismo blanco” han dejado a la Casa Blanca de Trump en las manos más estables y “moderadas” de la camarilla de generales y exgenerales encabezados por el jefe de personal John Kelly, junto con los ejecutivos financieros como Gary Cohn, el asesor económico de Trump, y Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro.

El diario New York Times marcó el trecho con un editorial el domingo en el que declaró: “Los estadounidenses, acostumbrados constitucional y políticamente a líderes civiles, dependen ahora de tres generales activos y retirados —John Kelly, el nuevo jefe de personal de la Casa Blanca, H. R. McMaster, el asesor en seguridad nacional, y Jim Mattis, el secretario de Defensa— para prevenir que el Sr. Trump se salga completamente de curso. Con experiencia y educación, leídos sobre los terribles costos de las confrontaciones militares y motivados por un impulso hacia el servicio público que el Sr. Trump carece, estos tres, se espera, van a poder contrarrestar los peores instintos del mandatario”.

miércoles, 12 de julio de 2017

Cómo los conglomerados mediáticos siguen dominantes en la era digital

Dênis de Moraes, Alainet

Los conglomerados de medios se convierten en actores económicos de primera línea en la era digital. Acumulan diferenciales inaccesibles a organizaciones de menor porte: lastre financiero asegurado por bancos y fondos de inversión, altas tecnologías, know-how gerencial, investigación y desarrollo de productos de punta, capacidad industrial, innovaciones técnicas, esquemas globales de distribución y campañas publicitarias mundializadas. Es la interpenetración de aparatos tecnológicos, de modelos de planeamiento y de negocios que introduce circunstancias y factores sinérgicos entre los players, beneficiando la concentración y la oligopolización.

Ocupan posiciones destacadas sociedades, acuerdos estratégicos y joint ventures, que permiten a las empresas actuaciones conjugadas en partes distintas y complementarias de los procesos productivos y logísticos. Al optar por estrategias de colaboración y descentralización parcial con división de responsabilidades, las corporaciones buscan aumentar sus lucros, sea cortando gastos y repartiendo pérdidas, sea minimizando riesgos, en especial los derivados de la inestabilidad económica y del encogimiento de la vida útil de las mercaderías. Los proyectos exigen aportes financieros y buena logística para facilitar la circulación y las ganancias de escala en las plazas extranjeras, teniendo en cuenta adaptaciones a los costos y factores locales de producción, como también la necesidad imperiosa de equilibrar las relaciones entre trabajo, distribución de renta, poder adquisitivo, modelo tecnoprodutivo y sistemáticas de comercialización, de acuerdo con la estructura de cada mercado.

jueves, 5 de enero de 2017

Cómo las grandes corporaciones han conseguido amasar fortunas gracias al agua


Con gas o sin gas y fría o del tiempo ya no son las únicas opciones de agua embotellada que tenemos en el mercado. Basta darse un paseo por tiendas especializadas en productos orgánicos para contemplar estanterías repletas de aguas especiales: desde aquellas que incluyen vitamina C o coco hasta otras "potenciadas" con minerales, electrolitos o antioxidantes, y así hasta un sinfín de variedades.

La industria del agua embotellada es un negocio en auge y no hay un solo mes en el que no asistamos al lanzamiento de un nuevo producto. Como decía la periodista Sophie Elmhirst en un artículo publicado en The Guardian: "Es un caso de capitalismo en su forma más hiperactiva y descaradamente inventiva: tomar una sustancia libremente disponible, vestirla con innumerables trajes diferentes, y luego venderla como algo nuevo y capaz de transformar el cuerpo, la mente y el alma".

lunes, 20 de octubre de 2014

Jean Tirole y por qué debemos entender el poder del mercado

Matthew Lynn, El Economista

Si preguntase qué economista francés era más probable que ganara el premio Nobel de economía este año, la mayoría de la gente, de ocurrírsele algún destinatario, le habría respondido que Thomas Piketty, autor del éxito de ventas El capital en el siglo XXI. Sin embargo, el galardón le ha correspondido a Jean Tirole. Aunque Tirole es mucho menos conocido para el gran público, en realidad es un premiado mucho más merecedor.

lunes, 19 de mayo de 2014

El poder mundial del capital financiero: paraísos fiscales y mega bloques comerciales

Bruno Lima Rocha, Alainet

En este artículo inauguro una nueva serie, enfrentando un adversario que desafía las voluntades soberanas de cualquier colectividad de ciudadanos. Se trata del capital financiero y su tendencia a la fusión con las grandes corporaciones transnacionales. Aporto un dato elemental, cuya fuente es el portal del profesor de economía Ladislau Dowbor (dowbor.org), de la PUC-SP (Pontificia Universidad Católica de São Paulo), de fecha 06/11/2012, citando que “El Instituto Federal Suizo de Investigación Tecnológica (ETH en la sigla alemana), constató que 147 corporaciones, de las cuales 75% son grupos financieros, controlan el 40% del sistema corporativo mundial. En un círculo un poco más abierto, 737 grupos controlan el 80%.”

lunes, 6 de enero de 2014

El funesto Imperio Mundial de las Corporaciones

Leonardo Boff, Red Digital

Los buenos deseos de un año feliz son rituales. No pasan de ser simples deseos, pues no consiguen cambiar el curso del mundo donde los superpoderosos siguen su estrategia de dominación global. Sobre esto necesitamos pensar y hasta rezar, pues las consecuencias económicas, sociales, culturales, espirituales y para el futuro de la especie y de la naturaleza pueden ser nefastas.

Muchos como Joseph Stiglitz y Paul Krugman esperaban que el legado de la crisis de 2008 sería un gran debate sobre qué tipo de sociedad queremos construir. Se equivocaron de medio a medio. La discusión no se dio. Al contrario, la lógica que provocó la crisis ha sido retomada con más furor. Richard Wilkinson, uno de los mayores especialistas sobre el tema desigualdad, estuvo más atento y dijo hace ya tiempo en una entrevista al periódico Die Zeit de Alemania: “la pregunta fundamental es ésta: ¿queremos o no queremos realmente vivir según el principio de que el más fuerte se apropia de casi todo y el más débil se queda atrás?

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