martes, 30 de junio de 2015

¿De verdad puede Europa prescindir de Grecia? El cálculo fatalmente catastrófico

Wolfgang Münchau, Sin Permiso

¿Salida de Grecia de la Eurozona? ¡Perfectamente controlable! Este error de cálculo fatal está ampliamente difundido ahora en Europa. Sin embargo, las consecuencias de un Grexit serían terribles a largo plazo. Y menos para Grecia que para el resto de la Eurozona.

Hoy [23 de junio] se decidirá. Estamos posiblemente ante uno de los momentos más cruciales de la historia europea moderna. Los últimos anuncios parecían más bien positivos. Pero incluso un acuerdo en la eurocumbre de la UE el lunes [22 de junio] por la tarde en Bruselas no significa necesariamente que el problema esté resuelto. La letra pequeña será más importante que los titulares.

Me gustaría especificar de qué va esto y lo que podría pasar su Grecia se despidiera del Euro. Y no desde una perspectiva griega, sino desde una perspectiva alemana.

* El Grexit pondría fin a la ilusión, según la cual Grecia puede servir sus deudas. Alemania y Francia deberían contar con pérdidas conjuntas rayanas en los 160 mil millones de euros. Aun si los tribunales determinaran que Grecia debe seguir sirviendo su deuda en euros, poco cambiaría. El dinero, simplemente, no está.

* Además, están los costes para los mercados financieros. El mundo es ahora más seguro que en el momento de la caída del banco de inversión Lehman Brothers en 2008. Pero nadie sabe si los mercados podrían aguantar una bancarrota en Grecia. Hay aquí demasiadas ramificaciones que no podemos estimar desde fuera.

* Y luego hay, además, un clase de costes que ni siquiera podemos cifrar indiciariamente. Si los inversores y los depositantes privados llegaran a la conclusión que, con la salida de Grecia, la Unión Monetaria habría cambiado esencialmente, la cosa saldrá harto más cara.

Una Unión Monetaria está de por vida en situación de libertad condicional

La esencia de una Unión Monetaria no es la moneda única, sino su irreversibilidad. Se puede entrar en ella, si se cumplen determinados criterios. Pero no se sale de ella jamás. Una Unión Monetaria está de por vida en situación de libertad condicional.

Con el Grexit eso cambia. Tendremos que preguntarnos qué hará Italia, si la política de reformas de Matteo Renzi naufraga. Qué pasa, si tampoco allí arranca el crecimiento y no baja el desempleo. De los tres grandes partidos políticos italianos, dos están contra el euro. El tercero, el partido de Silvio Berlusconi, ha llegado a desarrollar ya tendencias euroescépticas. Imagínense ustedes simplemente que el Grexit funciona para Grecia desde el punto de vista económico, aun con las previsibles dificultades iniciales. Tras uno o dos años, el shock habría sido digerido, y entonces se iría para arriba. ¿Cómo verá esto Italia? ¿No confirmará esto a los euroescépticos en su juicio de que Italia haría bien en abandonar el euro y beneficiarse de una devaluación masiva?

Y luego están los costes políticos, difícilmente cuantificables. Grecia es y se mantiene como miembro de pleno derecho de la Unión Europea y de la OTAN. Las amenazas de que una salida del euro traería ineluctablemente una salida de la UE son pura –y peligrosa— palabrería. No hay ningún mecanismo por el que la UE pueda forzar la salida de un país democrático. Ni siquiera se ha puesto en cuestión la pertenencia de Hungría, aun cuando motivos no faltan. Grecia, así pues, seguiría siendo miembro de la UE, seguiría teniendo por consiguiente derecho a subvenciones del presupuesto de la UE y, encima, su primer ministro mantendría un derecho de veto en el Consejo Europeo.

En todo caso, habría que esperar que tanto Grecia como Chipre profundicen su colaboración milutar con los rusos. Sería entonces sólo cuestión de tiempo que llegáramos a ver bases militares rusas en el Mediterráneo.

Para Grecia, un Grexit representaría un gran shock a corto plazo, del que se recuperaría económicamente a largo plazo. Para nosotros, exactamente lo opuesto. A corto plazo, los costos son despreciables. A largo plazo, se aceleraría la decadencia de la UE. Impedir el Grexit debería ser la prioridad más destacada de la política alemana u europea. En interés propio.

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