miércoles, 24 de julio de 2013

La economía política de la hiperinflación, el caso de Zimbabue

Alejandro Nadal, La Jornada

La hiperinflación en Zimbabue en el periodo 2003-2008 es un evento casi sin paralelo en la historia económica. En esos años, la tasa de inflación pasó de 600 por ciento en 2003 a más de 8 mil 921 por ciento (es decir, 89 seguido de 21 ceros). Estos números carecen de sentido, de la misma manera que la emisión de billetes de más de un trillón de dólares de Zimbabue genera estupefacción.

En el discurso del neoliberalismo, la hiperinflación evoca mal manejo de la política monetaria. El caso de Zimbabue no es excepción. De hecho, la experiencia del país sudafricano ha fortalecido el discurso neoliberal en dos vertientes igualmente mal intencionadas. La primera dice que ese episodio de híper-inflación es otra muestra de la incapacidad de los estados africanos para manejar sus economías. La segunda dice que este evento confirma la idea de que el mal manejo de la oferta monetaria por el banco central conduce a la híperinflación. Y la prensa internacional de negocios añade: eso es lo que nos puede pasar si Bernanke sigue con su programa de flexibilidad monetaria y, por supuesto, el mensaje es claro: esto es lo que acontece cuando el banco central no es autónomo.

Más allá de la mala fe que rodea este tipo de narrativas, es importante examinar las causas del problema de la híper-inflación en el país africano. Y para eso es preciso remontar un poco a los orígenes del proceso de descolonización.

En 1965 la minoría blanca en la ex - Rodesia declara de manera unilateral su independencia. Es su manera de responder a la política de descolonización de Inglaterra, que favorecía la idea de no independencia sin gobierno de la mayoría. Esto desencadena un proceso de lucha armada en el que participa el movimiento de liberación de Zimbabue y su Frente Patriótico (ZANU-PF) liderado por Robert Mugabe. Ese movimiento alcanza el poder con los acuerdos de Lancaster House en el año de 1979. Mugabe asciende a la presidencia en 1980.

Cuando el movimiento anti-colonial sube al poder, lo hace con una pesada herencia de viejos problemas. La descolonización se llevó a cabo sobre la base de un acuerdo histórico de graves implicaciones. Lo que el gobierno inglés pudo imponer al movimiento de liberación nacional fue lo siguiente: se cumplirá la regla del gobierno de la mayoría, siempre y cuando se respete la actual distribución de la propiedad en el país. La mayoría negra podría contar con una mayoría parlamentaria, pero la posesión de activos (comenzando por la tierra y las minas) heredada de la colonia no sería perturbada.

Este hecho trajo consigo un aumento de tensiones entre aquellos elementos del movimiento de liberación nacional que pensaban era urgente llevar a cabo una redistribución de la riqueza para poder poner en marcha una estrategia nacional de desarrollo, y los que sostenían que era crucial cumplir los acuerdos para obtener credibilidad a escala internacional. Estas tensiones se intensificaron debido al incumplimiento de los compromisos adquiridos en Lancaster House sobre el financiamiento de la compra de tierras para ser distribuidas.

Zimbabue accede a la independencia en uno de los peores momentos en la historia económica. Los años 80 fueron en África, al igual que en América Latina, los de la década perdida que no perdonó a Zimbabue. Para 1990, el país estaba de rodillas ante el Fondo Monetario Internacional y sometiéndose a su brutal esquema de ajuste estructural.

En los años que siguieron al ajuste estructural estallan todas las contradicciones que venían arrastrándose desde la descolonización. La más importante de estas contradicciones se relaciona con la tenencia de la tierra. Si bien los acuerdos de la descolonización contemplaban el respeto a la estructura de la propiedad heredada de la colonia, no prohibían las operaciones de compraventa voluntarias. Pero en los primeros 10 años de vida independiente ese tipo de operaciones fueron escasas. La insatisfacción con el gobierno de Mugabe fue en aumento.

Las ocupaciones de tierras de los años 90 condujeron a todo tipo de problemas, inclusive a un colapso en la producción agrícola. Mugabe se vio envuelto en fuertes escándalos de corrupción en este proceso, lo que acabó por generar una gran insatisfacción incluso entre los veteranos de la guerra de liberación. Para aplacar estos problemas, Mugabe desempolvó la vieja agenda de la guerra de liberación y promovió una reforma agraria que comenzó a llevarse a cabo con más ocupaciones y un gran desorden. Por si esto fuera poco, Mugabe comprometió a su ejército en la guerra en la parte oriental de la República Democrática del Congo. Frente a los costos de todas estas aventuras, además de la caída en la recaudación por la recesión en la que se encontraba la economía, al gobierno no le queda otro remedio que echar a funcionar la máquina de imprimir billetes y llegamos a la hiperinflación.

Es cierto que detrás de este episodio se encuentran malos manejos de la economía. Pero también es cierto que un componente esencial de esta tragedia es el paquete de política macroeconómica neoliberal que Zimbabue adoptó casi desde su nacimiento.

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